Páginas

lunes, 14 de febrero de 2011

JOSÉ CARLOS RAMÍREZ SÁNCHEZ

FOTOGRAFÍA TOMADA DEL BUSCADOR DE Google.
JOSÉ CARLOS RAMÍREZ SÁNCHEZ
Entrevista realizada por: Juan Cervera Sanchís
Del libro Ajedrez: Pasión y Misterio.

        José Carlos Ramírez Sánchez es Doctor en Matemáticas. Aplicadas por Sussex University, Inglaterra, profesor en dicha materia y maestro en El Colegio de México. Asesor de importantes empresas nacionales y trasnacionales, en cuanto a estrategias y evaluaciones desde el punto de vista de las matemáticas y sus diversas aplicaciones a la industria y al comercio.   
                     El Colegio de México.
        Es un hombre de mente profunda y a la vez inquieta que ha encontrado en el ajedrez un pasatiempo inteligente sin el cual su vida se vería reducida, pues siente que el ajedrez amplía sus horizontes al tiempo que lo reconforta y consuela.

        Es por ello que hablamos con él, sin dejar a un lado las matemáticas.
        -Llegué al ajedrez por medio de Norberto Vela, un amigo que era igual de huraño que yo, y el ajedrez se convirtió en un lenguaje común entre los dos. Esto sucedió hace años en el Círculo Mercantil de Monterrey. Mi amigo es un brillante economista.
      
         -¿De qué le ha servido al doctor José Carlos Ramírez el ajedrez?
        -Creo que me sacó del retraimiento y se convirtió en una ventana al mundo. El ajedrez es una gran amante que me ha acompañado toda la vida. Yo si engaño a una mujer seria con la dama del ajedrez. Literalmente así me ha sucedido: en más de una ocasión he dejado a un lado citas concertadas con damas por jugar al ajedrez. Algo poco caballeroso, pero hasta ese punto me obsesiona y enamora el juego que tiene el don de brindar al jugador cada día un placer diferente y una diferente tristeza interminable.
       
        -¿No será acaso el ajedrez una especie de evasión de la realidad?
       -De ninguna manera. El ajedrez es una gran realidad y la realidad no puede evadirse de sí misma por más que se quiera. Me nace decir que el tablero de ajedrez y la realidad confluyen.
       -¿Quiénes son los ajedrecistas? ¿Los podría definir?
        -Los ajedrecistas son santos, como los científicos, en el sentido de que no ven el juego como una transacción. Cada partida de ajedrez es como una ofrenda a la diosa Caissa.
       -Bajemos al campo de batalla que es el tablero. ¿Hasta dónde el ajedrecista es un implacable general o jefe de un gran ejército, en principio invencible?
       -Ciertamente un buen ajedrecista es una mente implacable y más que un general yo diría que es un perro de caza con colmillos afiladísimos, decidido a matar aunque siempre con el riesgo de morir, pues la partida que termina en tablas no es más que el preámbulo para una futura contienda. Sin el jaque mate ninguna partida se puede dar definitivamente por finalizada. El ajedrez es un juego de vida y muerte, donde no caben las componendas. Ahí radica parte de su grandeza, de su nobleza. El ajedrez es fácil de aprender, pero dominarlo no es nada sencillo.

        -¿Quién podríamos decir, entre los grandes maestros, que son los que han dominado el ajedrez?
       -Presumía de haberlo hecho José Raúl Capablanca y sufrió un mentís cuando los venció Ricardo Reti, el creador, en el ajedrez, de la llamada escuela hipermoderna. En ajedrez no hay castos ni vírgenes. Todo ajedrecista ha conocido la derrota.


         -¿Cómo asume usted la derrota?
         -Como un dolor tremendo y no por el reconocimiento de la superioridad del rival, sino por deficiencias mías.
        -¿Cómo se aprende a jugar ajedrez?
         -Jugando con jugadores superiores a uno, nunca con jugadores inferiores. Aparte, el ajedrez es un juego que se aprende por el final, porque si usted no sabe cómo matar al otro acabará derrotado.

       -¿Por qué no se dedicó por completo y de manera profesional al ajedrez?
       -Participé hace años en varios torneos. En 1975 obtuve el Campeonato Nacional del CREA. En otros torneos, formando equipo, también obtuvimos varios triunfos, pero el ajedrez te demanda una absoluta entrega en el nivel profesional. Yo preferí mi carrera y tomo el ajedrez como un estabilizador emocional, algo así como el que descansa en los brazos de una amante con la que de ninguna manera contraería matrimonio. La verdad es que a estas alturas, si yo pudiera elegir mi vida me gustaría ser escritor.
       -¿Escribe?
       -Sí, tengo escritos varios cuentos breves y sigo escribiendo.
       -Oiga, nunca es tarde si la dicha es buena, ¡por qué no reúne sus cuentos y publica su primer libro?
       -No es mala idea. A lo mejor cuando crea tener los cuentos suficientes para ello.

       -Hablando de matemáticas, ¡Qué relación existe entre el ajedrez y las matemáticas?
       -No existe ninguna relación porque contra lo que se cree los niveles de abstracción son diferentes. Por ejemplo: hay físicos que son teóricos y nada más llegan a un punto y ese día fracasan todos los experimentos.
       -¿Cree que Einstein hubiera podido ser un buen jugador de ajedrez?
       -No, él era un gran teórico con poca inclinación a la práctica. Era más bien un filósofo. En cuanto hay un nivel de abstracción mayor es la demanda de altas matemáticas. En el ajedrez hay niveles de concentración y en la matemática hay abstracción sobre abstracción. Todo esto es largo de explicar y muy técnico. Pienso que los físicos empíricos son mejor que los físicos teóricos para jugar ajedrez. Por esa razón en el ajedrez, con excepción de uno d dos matemáticos, filósofos como por ejemplo Emanuel Lasker, han destacado a alto nivel. Mi tesis es que el ajedrez puede ser mejor desarrollado por aquellos que tienen menos niveles de abstracción.
        -¿Cómo quiénes?
        -Los ingenieros me parecen ideales para jugar ajedrez, porque ellos resuelven problemas.
      
        -Que el ajedrez siga por siempre siendo para usted la perfecta amante.
          -Es mi amante perfecta, lástima que no exista la perfecta mujer, aunque si existiera la mujer perfecta, de seguro que dejaría de ser mujer, según entendemos a la bella e imprescindible naturaleza femenina, si es que es posible entenderla.

       -No creo, ¿Cree usted entender el ajedrez totalmente?
        -De ninguna manera. El ajedrez como la mujer es también un bellísimo e infinito misterio.

       -Doctor aquí terminamos. Siento que muy pronto tendremos en usted a un gran escritor. Vivir para leer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario