“EL VIEJO EN CUERNAVACA Y EL
VIEJO EN LA MAR”
NOVELA POLÍTICO POLICIACA XVI.
“EL BABY BOCADO” Y “FITO
PÉREZ”
Autor: Fernando Emilio
Saavedra Palma.
México
tiene una historia única en el mundo, es la unión de dos culturas descubiertas
hace quinientos años con una evolución impensable, constante día a día… eso me
decía “don Antonio” el viejo sabio del barrio de la capirucha. No sabía en ese
tiempo que envejeceríamos tan rápido, hoy, algunos niños y jóvenes me dicen que
soy un venerable anciano, otros me mientan la madre y con los años me he dado
cuenta que hay muchos tipos de mexicanos, por ejemplo: mexicanos españoles,
mexicanos alemanes, mexicanos franceses, mexicanos italianos, mexicanos
japoneses, mexicanos libaneses, los mexicanos del norte, del centro o del sur ¡Hombre!
somos un país increíble donde también somos unos policías muy especiales y uno
de ellos es el “Baby Bocado” o sea “yo mero maromero”. Somos el cuerno de la
abundancia, el pastel dividido en muchas rebanadas y con todo y eso, seguimos
en la marcha, marcha eterna de la esperanza.
Era
el mes de diciembre de 1970, el país tenía muchos problemas políticos y
nosotros los policías seguíamos trabajando en diferentes casos con las
adversidades del tiempo; mucho sol o lloviendo, era labor de respeto entre la
mayoría de los policías, pero me tocó un comandante que no respetaba nada y lo
único que le interesaba era el dinero. Siempre buscaba la forma de ganar
billelle, marmaja, el hande, durante muchos años me enseñó las maldades que se
pueden hacer con una placa de policía por delante. En la carretera detuvo a un
par de muchachos y les sembramos unos gramos de marihuana, con esa excusa nos
los llevamos detenidos y lo que buscábamos era que nos dieran alguna jugosa
mordida. Logramos nuestro cometido y así pasamos algunas horas en la carretera
llenando la alcancía para la fiesta por la noche. Los meses que no teníamos
alguna comisión nos dirigíamos a la autopista de Cuernavaca a pescar pececitos
que no nos causaran ningún problema. Una tarde detuvimos a dos damitas, y una
de ellas al cumplir con la cuota económica me sorprendió, me dio su número de teléfono,
lo escribió con bilé en la página de una revista que traían en el coche, arrancó
la página y la enrolló como si fuera papel arroz, la pasó por sus labios y lo
guardó en la bolsa izquierda de mi camisa. En la hoja estaba escrito su nombre
y número de teléfono tanto de la Ciudad de México como el de Cuernavaca, el
comandante no se dio cuenta, desde entonces aprendí a que no todo se les dice a
los jefes, hay negocios que uno solito tiene y debe atender, y más si son de
relaciones humanas o de dinero, el paraíso, la mina en México. Memorice eso de la discreción, del
silencio, de ese silencio que don Antonio me platicaba de niño y cuando oía su
chiflido por la calle sabía que venía a enseñarme algo, ese viejo pachuco
defeño que vivía en el olvido por la ignorancia del barrio, suerte la mía de
ser su mascota desde recién nacido.
El
comandante marrano, mi jefe, no sabía que yo era ahijado de don Antonio y
estaba a su lado trabajando y aprendiendo sus movidas, la inteligencia siempre
está infiltrada en la policía sin que ésta se dé cuenta. En México si uno no
tiene amigos, está perdido, es el mundo del cuatachismo, del pandillerismo
organizado y por supuesto del gran padrino del dinero, el político o el
inteligente; ese que no se conoce por nadie, en fin, el “Baby Bocado” dejaba de
ser parvulito para hacerse lobito y después el lobo feroz, por supuesto me
llevaría años para aullar con eficacia en el tiempo.
-El
comandante Marrano se encontró con Baby Bocado y le dijo:
“Haber,
haber mi güerito eres o te haces. A estos niños de pecho se les trata con voz
de hombre, tú te vez muy bonito y te falta ser chingón de hecho nunca llegarás,
“chin chin” y me muerdo las muelas. Escúchame bien, no quiero estar pendejeandote
a cada rato, si no aprendes rápido voy a pedir tu cambio, ¿Me entendiste pinche
cuija de mierda? Jajajajaja”
-Sí
señor –contestó BB.
-El
comandante Marrano espetó: “así me gusta mi cabrón”.
-El
Baby Bocado le recordó la hazaña del día: “señor, esta tarde paramos veinte
carros, se cubrió la cuota ¿Como le quedó el ojo?
“Bien,
mis “nalgas meadas”, mañana si no salimos de comisión te quiero a las 10 de la mañana, eso mero
maromero ¿Que jais mi nene, entendiste? –dijo
el comandante Marrano.
-Sí
señor-contestó el Baby B.
Cuernavaca
1970. Mi agenda.
Recorrer
la carretera vía Cuernavaca
suspirar
respirar el aire sublime
bajarme
del automóvil orinar y pensar en ella
voy
acercándome y mi corazón late y late
…tomé
un automóvil Galaxie 500 prestado de una familia adinerada…
Llegué
a la residencia, ahí estaba ella
corrió
hacia mí, me recibió con un beso grandísimo que deleité
sus
amigos en la alberca todos estaban bronceados
mi
cuerpo blanquísimo de cuija rompía con todos ellos
me
llegó el recuerdo horrible del comandante marrano
eres
una cuija jajajaja…
El
conocer a sus padres fue toda una sorpresa
ambos
me aceptaron por mi belleza física
-¿En
que trabajas Baby?
-Soy
ingeniero en seguridad.
¿En
donde se estudia esa carrera?
-En
Estados Unidos en Chicago Illinois.
Llego
una camioneta con un enorme pastel de tres pisos color rosa
y
una tarjeta que decía:
para
la hermosa Columba Schmetterling.
Tus
ojos azules son el encuentro de tu mar con el mio
son
el cielo de nuestras nubes
son
el arcoíris de nuestro camino
mis
ojos azules son el encuentro del amor
cuando
nos miramos
la
Columba y el Baby Bocado.
la
mamá leyó la tarjeta en silencio y quedó estupefacta.
el
papá veía el carro que traía
no
se aguantó y me preguntó
¿Oye
muchacho y esa ropa? pareces vaquero
sí señor mi padre era norteamericano “Lucas
McMillan”
Ven,
ven conmigo te voy a enseñar nuestra casa
mil
y un preguntas más para el Baby Bocado
mi
astucia reaccionó a cada una de ellas
mientras
tanto Columba y sus amigos
disfrutaban
la música escuchando
a
George Harrison con “My Sweet Lord”
salí
triunfante con mi audaz mitomanía a cada tema
tengo
que recoger una caja en la estación de camiones
regreso
en un par de horas.
Llegué
con el comandante marrano
a
escuchar sus constantes pendejadas y me sorprendió.
-“Oye
muchachito te doy el día, tengo un negocito, nos vemos mañana”
-Sí
señor.
Al
subirme al Galaxie 500 y con el radio a todo volumen
Grité
con todas mis fuerzas: “ahí te voy Columbaaaaaaaaaa”
Empezaba
a entender la vida de los viejos, así que sabía
del
viejo en Cuernavaca y el futuro viejo en la mar…
habría
que pedirle opinión a don Antonio.