M.N. RAÚL SOLÓRZANO CASTAÑEDA.

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M.N. RAÚL SOLÓRZANO CASTAÑEDA.

Entrevista hecha por: Juan Cervera Sanchís.

Del libro inédito Ajedrez: Pasión y Misterio.

Don Raúl Solórzano Castañeda, Maestro Nacional de ajedrez, vino al mundo en las estribaciones del volcán Sanganguey, es decir, en Tepic, capital del estado de Nayarit, el 24 de marzo de 1937. Desde muy joven reside en la ciudad de México. Estudia en la Preparatoria número 1. Estuvo internado en el Pentatlón Universitario en la calle de Sadi Carnot, colonia San Rafael. Más tarde ingresa a la Facultad de Derecho de la UNAM. En 1965 obtiene su título de abogado. Se especializa en Derecho civil, penal y laboral. En su época de estudiante descubrió en una zapatería el juego de ajedrez. Desde entonces, el ajedrez, lo ha acompañado y lo acompaña como el más leas de sus amigos.

-En aquella zapatería- recuerda en voz alta- se reunían personajes que brillaron con luz propia en el ajedrez nacional, como Simón Delgado y Raúl Sánchez. En aquella época se jugaba todavía en México un ajedrez romántico, pues nadie leía los libros sobre el tema.

-¿Cómo fue que usted pudo desarrollar un nivel superior de juego?

-Creo que intervino el azar. Un día fui a un billar que se encontraba en la calle de Argentina y San Idelfonso. Ahí vi jugar a unas personas que tenían un nivel más bajo que el mío y a las que tras hacerle una observación les solicité si podía jugar con ellas. Me dijeron que no. Un señor que como yo también estaba de observador sonrió y aproveché para invitarlo a jugar. Pedimos un par de cafés e iniciamos la partida. Perdí. Me ganó con facilidad y categoría. Realmente me apaleó. Le comenté que si podíamos seguir jugando. Me dijo que sí, pero no allí. Me invitó a otro lugar, “El Metropolitano”, en la calle de Tacuba número 5. Era billar también. Fue entonces que el señor me dijo: “Si usted quiere le doy clases.” Le dije sí. Él se identificó como el maestro Alejandro Báez. A él le debo mi primer conocimiento de las bases teóricas y prácticas del juego, mismas que perduran en el ajedrez, y que son: espacio, tiempo, desarrollo de piezas y dominio del centro del tablero y el medio juego.

-Tuvo suerte maestro.

-Sí, por eso le dije lo de la intervención del azar. El maestro Alejandro Baéz organizaba torneos. Comencé a participar en ellos a partir de 1953. Ese año quedé entre los últimos lugares. Al siguiente obtuve el primer lugar. Recuerdo que por aquellos entonces se iniciaba Mario Campos, que sería después el Campeón Nacional durante mucho tiempo.

-¿A quiénes recuerda de los jugadores destacados de aquella época?

-A partir de 1960 se organizó el Campeonato Nacional Abierto en La Casa de Lago. Entre los jugadores que allí destacaron no olvido a Mondragón, Alfredo Iglesias, José Joaquín Araiza y Armando Acevedo.

Ajedrez en México del MF Armando Acevedo, México en Olimpiadas de ajedrez. Tel Aviv 1964 16 ena Olimpiada. Foto enviada por Jorge Aldrete.

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Joaquín Camarena (DF), Tte. Coronel José Joaquín Araiza (DF), Fidel Guerrero (Sin), y su esposa, Simón Delgado(Nay) y Jorge Aldrete (NL).

-¿Qué tal le fue a usted en aquel campeonato?

-Lo ganó Alfredo Iglesias. Yo quedé en el vigésimo cuarto lugar y Mario Campos en el vigésimo quinto. Al siguiente año el campeonato tuvo lugar en Monterrey. Lo ganó Jorge Cadena Saúl. Yo quedé en el décimo primer lugar. Fue entonces que conocí a Joaquín Camarena, ya fallecido, quién siempre quedaba en los primeros lugares. Era un jugador de mucha garra y tenacidad, en posiciones de inferioridad seguía jugando y dando muestra de su gran carácter. Yo, por el contrario, me intimidaba, Él me ayudó a desarrollar el espíritu de lucha que conduce a la victoria. En 1964 el Campeonato Nacional se efectuó en el Club de Periodistas. Por fin gané el primer lugar. Hecho que se repitió al siguiente año. En 1967 la Embajada Americana patrocino el Torneo Abraham Lincoln.

No había premio en efectivo pero sí un trofeo impresionante  de 1.80 mts. de altura con base en madera y varias alegorías ajedrecísticas. Lo gané. Lo guardo como un valioso tesoro sentimental en un rancho que poseo en el estado de Hidalgo. En este torneo participaron Mario Campos, Kenet Frey, Armando Acevedo, José Joaquín Araiza, Willy de Winter y Alfonso Ferriz Carrasquedo.

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Noticias Chessbase.

M.N. ALFONSO FERRIZ CARRASQUEDO.

( q.d.e.p.)

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M.F. ARMANDO ACEVEDO MILÁN

Y EL M.I. WILLY DE WINTER GALLEGOS

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M. I.Kenet Frey

En mi pensar y sentir este torneo ha sido, hasta hoy, el mejor que he jugado, pues gané todas mis partidas.

-¿Qué tal sus anécdotas como ajedrecista?

-Recuerdo que una tarde del año de 1966 estaba sentado mirando una partida que, al mismo tiempo, y a mi lado, miraba un joven extranjero de aspecto sencillo y vestido con pantalones de mezclilla. Era una partida ligera, sin reloj, sin carga del tiempo. Se me ocurrió invitar al joven extranjero a jugar apostándole un dólar por partida. No aceptó. Al terminar la partida aquellos jugadores la analizaron.. El extranjero nos miraba sin pronunciar palabra. De nueva cuenta lo invité a jugar. Él, en silencio, se colocó frente al tablero e iniciamos una partida. Me ganó con una asombrosa facilidad que me dejó anonadado. Lo reté a jugar una segunda. Igualmente me aplastó  en unos minutos. Aquel muchacho jugaba un ajedrez de otra galaxia para mí. Yo no salía de mi asombro. Le ofrecí los dos dólares que había perdido. Se negó a aceptarlos. En ese preciso instante apareció el maestro Alejandro Báez, quien se dirigió al joven con respetuosa devoción y estrechando su mano le dio la bienvenida al club pronunciando su nombre: Boby Fischer.

-Fantástico, maestro.

-Sí, de veras fue maravilloso el haber podido jugar dos partidas con el inigualable Fischer. También tuve la fortuna de conocer a otra gran maestro: Carlos Torre Repetto. El jugador mexicano a quien más respeto y admiro. Él no jugaba mano a mano con nosotros. Únicamente nos daba simultaneas. El sólo hecho de estar con él era un orgullo. En una ocasión el maestro Alejandro Báez le regaló un estupendo abrigo y después los tres nos dirigimos a Garibaldi. A la altura del cine Mariscal nos encontramos con unos niños de la calle que se estaban muriendo de frío y se tapaban con planas de periódicos. El maestro Torre Repetto sin pensarlo les regaló el abrigo. El maestro Báez y yo, sorprendidos, empezamos a jalonear el abrigo con los niños pues no estábamos de acuerdo con que se los diera. Él al vernos se enojo y nos dijo: “Si se lo quitan yo me voy por mi camino.”

Nosotros en ese momento soltamos el abrigo y se lo dejamos a los niños.

No cabe duda el maestro Carlos Torre Repetto tenía tan grande inteligencia como el corazón.

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G.M. CARLOS TORRE REPETTO.

Exacta su apreciación. Era un hombre de gran humanidad. Me acuerdo de otra ocasión en que con mucho trabajo logramos que viniera a México a dar unas simultáneas. Los mejores jugadores del país acudimos a jugar con él, pero al maestro le dolía ganarnos y nos ofrecía tablas. Recorriendo los tableros llegó a donde estaba el ingeniero Ferriz  Era verdad Carrasquedo, al que le dijo: “Hijito, tablas”. El ingeniero Ferriz no aceptó y jugó rápido. El maestro Torre Repetto le respondió de inmediato con una combinación de jaque perpetuo, mientras le decía, “Mi hijito, ya te dije que son tablas.” Fue así que el gran maestro se salió con la suya. Era verdad un hombre único e impredecible y de una calidad humana gigantesca. Recuerdo también, ya para terminar, una partida entre Mario Campos y Willy de Winter que él había estado observando, pues llegó a estar presente en algunos torneos . Quisimos conocer su opinión en relación con aquella partida y se la pedimos. Él se rscó el mentón y no dijo: “No los entiendo. Juegan muy raro. Juega uno y está ganado el juego; juega el otro y también está ganado. Realmente no saben conservar su ventaja.”