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lunes, 26 de septiembre de 2011

ÁLVAREZ GONZÁLEZ GERMÁN.

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   REUBEN FINE
Reuben Fine (11 de octubre de 191426 de marzo de 1993) fue uno de los mejores jugadores de ajedrez del mundo durante los años treinta. Fue también autor de varios libros de ajedrez que siguen siendo populares hoy en día. Después de la segunda Guerra Mundial, estudió psicología y escribió varios libros sobre el tema.
ÁLVAREZ GONZÁLEZ GERMÁN.
Entrevista hecha por: Juan Cervera Sanchís.
Del libro Ajedrez: Pasión y Misterio.

El doctor en Psicología Germán Álvarez es un apasionado y estudioso del ajedrez. Ha sido Campeón Universitario de Ajedrez –UNAM- en los torneos de 1994 y 2001. Lo visitamos en su consultorio. Malitzín 169, Coyoacán. No en busca de su sabio consejo profesional como destacado psicólogo, sino con el deliberado propósito de hablar de ajedrez.
-Descubrí el ajedrez nos relata, a la edad de 4 años y fue mi padre, el doctor Germán Álvarez Díaz de León quien me enseñó a mover las piezas, pues mi madre, Alicia González doctora en Economía, consideraba el juego como un derroche de tiempo. Quizá por aquello de que el tiempo es oro. Posteriormente, ya en la primaria “Ermilo Abreu Gómez”, y después durante la preparatoria en el CCH, había talleres donde se enseñaba a jugar ajedrez, mi interés por el juego fue creciendo más y más…

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DON ERMILO ABREU GÓMEZ Ermilo Abreu Gómez Mérida (México), 18 de septiembre de 1894 - Ciudad de México el 14 de julio de 1971) fue un escritor, historiador, periodista, dramaturgo y ensayista mexicano. El interés que despertó en él Sor Juana Inés de la Cruz, se convirtió en la pasión de su vida. Su edición crítica a las obras de la monja jerónima significaron el redescubrimiento de su obra para la literatura mexicana. Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1963, en sustitución de Artemio de Valle Arizpe.[1]
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   CCH Colegio de Ciencias y Humanidades.

-¿Cuál fue el primer libro de ajedrez que leyó?
-El titulado ¿Por qué pierde usted en el ajedrez?, de Fred Reinfield, Editorial Bruguera. Fue una revelación para mí.
-Cree usted, a estas alturas, que el ajedrez sea una enfermedad?
-Yo creo que toda pasión es una enfermedad porque se convierte en una idea fija. En el ajedrez se vuelve uno un esclavo de lo deseado. El deseo es empezar siempre un juego nuevo. En el ajedrez no hay una derrota irreversible. El placer del juego no es el resultado sino la posibilidad de reconocer que hay otro que siempre nos vence, y que ese otro después de todo es uno mismo.
-¿Tan fantástico es el virus del ajedrez que el gran jugador inventa s su contrario para vencerse a si mismo?
-¡Es más grave aún cuando uno se da cuenta de que el otro está inventándolo a uno!
-Doctor, ¿trata usted de volverme loco a mí y de paso a mis lectores con sus teorías del juego de ajedrez? ¡Qué Diablo, o que Dios es el juego del ajedrez?
-Es una cuestión de honor. Uno debe de seguir jugando porque de lo contrario se convierte en una de las piezas manipuladas por algún otro jugador. Ése es el problema. Uno no puede renunciar, porque no hay nada más aborrecible para la voluntad que un juego en el cual uno no pone las reglas.
-Me invita usted a pensar en alcohólicos y neuróticos anónimos. ¿No ha pensado usted en la creación de ajedrecistas anónimos para poder liberar a los obsesivos del ajedrez a que dejen definitivamente el juego?
No es posible que se pueda crear una sociedad de ajedrecistas anónimos para curar a ningún jugador de ajedrez de su enfermedad, dado que el ajedrecista es el único enfermo con honor para poder aceptar que, aunque su placer es una causa perdida, aún pueda ganarla. Una de las causas por la que funcionan los grupos anónimos ya sea de alcohólicos o de neuróticos, es porque la gente que acude a ellos puede aceptar su derrota ante un poder superior, y el ajedrecista siempre espera jugar otra partida antes de inclinar su rey.
-Pongamos los ojos en el tablero, ¿cómo ve usted el nivel ajedrecístico en México?
-En México no existe una cultura ajedrecística que se inculque desde una temprana edad. Los ajedrecistas mexicanos, en líneas generales, sólo están inclinados al aspecto competitivo, por lo que desperdician la dimensión estética del ajedrez.
-Háblenos de la dimensión estética del ajedrez.
-Es una dimensión paradójica, ya que las reglas son simples y los movimientos de las piezas limitados, pero las posibilidades son muy numerosas, por lo cual se tiene la sensación del asombro ante lo inesperado y maravilloso de las alternativas del juego.
-¿De qué le sirve al doctor en Psicología el ajedrez y en qué le sirve al Ajedrecista el conocimiento de la psicología?
-Como psicólogo concibo a los seres humanos representando papeles, al igual que una pieza de ajedrez, pero que cambian las circunstancias de su actuación dependiendo de su relación con las otras. Como ajedrecista la psicología es fundamental ya que uno se opone a las intenciones de un adversario, pero en realidad uno lucha, sobre todo, con sus propios abismos.
-¿Cómo ser humano ha terminado alguna vez odiando a aquellos contrarios que le dieron jaque mate o, por el contrario, despreciando a quién usted derrotó?
-A cada momento, como ser humano, he odiado a aquellos que no he podido vencer y, al vencido por mí, desvalorizándolo.
Aunque creo, como consuelo, que al que le gané es un jugador supremo ¡y el que me venció es un tipo con suerte!
-¿Cree usted que el ajedrez, al margen de cuanto se ha dicho en relación con que es el más científico e inteligente de los juegos, en realidad es el más humano de todos los juegos que existen, con excepción de la vida misma, naturalmente?    
-Sí, porque su seducción radica en que aunque es perfectamente inútil es absolutamente incurable.
-Doy por sabido, doctor, que usted, como cualquier desgraciado ser humano, se ha enamorado alguna vez, ¿qué relación hay entre la alucinación y el espejismo de eso que llamamos amor y el ajedrez?
-Que los enamorados y los jugadores de ajedrez juegan en realidad para perder aunque crean lo contrario.
-¿Piensa usted que el ajedrez, como la vida misma, es una gran falacia?
-Sí, el ajedrez es una gran mentira necesaria.
-¿Cómo ajedrecista y psicólogo cree posible que exista la verdad?
-¡La verdad es un juguete inventado por los griegos que también jugaban ajedrez!
-De acuerdo. Saque usted el tablero y juguemos, aunque de antemano, para su placer o su disgusto, me doy por vencido, con lo que al menos me libero de su odio, aunque no del humo de su cigarrillo. ¿Qué nos dice del ajedrez como espectáculo?
-Sería mucho más intenso que otros espectáculos por la cantidad de energía mental que se puede disfrutar sin ninguna clase de presión. Sí, recomiendo la partida de ajedrez como espectáculo. Es un inigualable espectáculo dramático. Lo veo como una gran tragedia. Sí es recomendable. Van a sufrir, pero no podrán dejar de verla.  




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