Ilustración
por: Fernando Emilio Saavedra Palma, del libro inédito Ajedrez Urbano 100%
Mexicano.
FRANCISCO TAPIA VARGAS.
Autor: Juan Cervera Sanchís.
PROPUESTA EDITORIAL PARA EL
GOBIERNO DEL DISTRITO FEDERAL EN LA JEFATURA DE MIGUEL ANGEL MANCERA.
13.- FRANCISCO TAPIA VARGAS
Entre
os personajes pintorescos del ajedrez en el centro de la ciudad de México es
harto popular entre los asiduos al club ajedrecístico Caballo Negro, Francisco
Tapia Vargas, nacido el 27 de julio de 1949 en la colonia Obrera.
Tapia
Vargas, quien trabajó por años en el departamento de la industria militar como
operador de maquinarias, troqueles y presadores, siempre vivió, con pasión,
para el ajedrez, que según nos confiesa, “ha sido y es su vida”:
-Yo
sin el ajedrez no podría vivir, nos reitera. Y añade: El ajedrez es mi alimento
fundamental. Mi mente se nutre de puro ajedrez.
-¿Cuéntenos
de su iniciación en el juego de ajedrez?
-Me
enseñaron mis hermanos Enrique Y Guillermo, a quienes a su vez enseño mi papá
que era un apasionado del juego, pero no tan buen maestro como mis hermanos,
pues cuando me llegó a dar lecciones él, sí me equivocaba perdía el control, y
era un caballero con la manos muy largas, a punto que me llegó a dar alguna que
otra cachetada. Era por eso que yo prefería las lecciones de mis hermanos que
no creían en el castigo como sistema de enseñanza. Con ellos aprendía más y
mejor pues no experimentaba ningún miedo. No creo en el miedo como estimulo pedagógico.
-¿Qué
recuerda de sus comienzos como ajedrecista aficionado?
-Recuerdo
que mi papá asistía al célebre Metropolitano, centro muy activo en aquellos
tiempos de los ajedrecistas. Estaba en
la calle de Tacuba, entre San Juan de Letrán y Allende. En aquellos años el
lugar contaba con cuarenta mesas de ajedrez. Era la catedral del ajedrez en la
ciudad de México.
-¿Se
jugaba ajedrez en otros lugares?
-Sí,
pero en menor proporción. Se jugaba en la Alameda Central donde había cinco
mesas y en el kiosko donde había otras cinco. Recuerdo mi primer visita al
Metropolitano. Fue en diciembre de 1975. Ahí jugué con muchos empuja maderas y
aficionados con experiencia de juego de entre cinco y veinte años y me ponían
unas palizas lo que se dice de perro bailarín.
-¿Qué
jugadores de nivel asistían al Metropolitano?
-Siendo
muy joven vi jugar ahí al que más tarde se convirtió en gran maestro: Marcel
Sisniega. Del Metropolitano surgieron muchos buenos jugadores. Ahí jugaban “El
Pollero”, “El Gan”, ya finado, Roberto Obio y el señor López Sotelo, que tenía
su prestigio.
-¿Qué
tal el nivel ajedrecístico de Tapia Vargas?
-En
aquel tiempo pésimo. Sufrí muchas y dolorosas derrotas. Hasta que descubrí los
textos de Emmanuel Lasker y estudié en serio las ideas básicas del ajedrez. Más
tarde leí a Robert Fischer.
El
estudio me ayudó a mejorar mi nivel. Le pude ganar a muchos jugadores que antes
eran para mí invencibles. Entre ellos a mi papá.
-¿Qué
más recuerda de su paso por el Metropolitano?
-Recuerdo
a Guillermo Bello, quién dicen que en los cuarenta le gano al maestro Alejandro
Báez, y quien daba simultaneas en los sindicatos. Me acuerdo también que una
vez en el Metropolitano vi a un jugador con cara de ingenuo y que calzaba
huaraches. Se me hizo fácil retarlo. Jugamos acordando pagar el tiempo, un café
y la comida.
-¿Cómo
le fue?
-Me
ganó ocho cero, pero a la hora de pagar no me dejó hacerlo. Lo recuerdo como a
todo un caballero por ese gesto. Luego supe que él era el maestro Jorge Vega.
En el Metropolitano conocí a Fernelly Vallejo y al ingeniero Aníbal Navarro.
Desde entonces mantengo amistad con ellos. A Vallejo lo recuerdo en las finales
de los ochenta en el Club El Arbolito, que era nuestro punto de venta de
ajedrez. No olvido las simultáneas que daban Carlos Escondrillas y Fernelly
Vallejo en el centro histórico. Me ha tocado ver la evolución del ajedrez.
-¿Advierto
que es un gran almacén de recuerdos?
-No
me gusta las palabra almacén, prefiero el término biblioteca, y sí soy una
biblioteca viviente, un libro andante, con cientos de recuerdos ajedrecísticos
vividos en nuestra querida ciudad de México. De pronto se me viene a la memoria
el Billar de Dolores, que estaba enfrente del Teatro Lirico, conde un jugador
de primera fuerza al que sólo conocíamos como “El Español” solía darle ventaja
a los aficionados no para deslumbrarlos, pues no le gustaba jugar de apuestas,
sino para enseñarlos a jugar. Él no iba al Metropolitano porque allí si se
jugaba de apuestas, Lo traté mucho, pero nunca supe su nombre. Trabajó en los
clubes de ajedrez de tupo popular, donde no hay diferencias de clases y
predomina el ambiente familiar. Es la imagen que nosotros queremos dar con
nuestro Club Caballo Negro.
-Ya
no están en la Plaza de la Solidaridad, donde estuvieron por mucho tiempo,
¿dónde se encuentran ahora?
-Tras
la reubicación a que nos obligaron las circunstancias estamos ahora a unos
pasos del Metro Chilpancingo, Insurgentes.
Exactamente
en la glorieta que está entre Baja California y Tehuantepec. Estamos empezando
de cero y nos respalda nuestro trabajo de años y años en el centro histórico.
Ahí nos puedes encontrar de lunes a sábado de 10:00 A.M. a 10:00 P.M.
Tratamos
de dar una nueva y mejor imagen.
-Mucha
suerte. Todo sea por la difusión del ajedrez a nivel popular.
-Es
nuestro propósito bajo la guía de ese gran promotor del ajedrez que es el
ingeniero Aníbal Navarro, el verdadero motor del proyecto, toda una realidad,
que es el Club Caballo Negro.
es.wikipedia.org
El
Monumento a Cuauhtémoc es una estatua del último rey
tlatoani mexica
(azteca) Cuauhtémoc obra de Francisco M. Jiménez
(peana) y Miguel Noreña (estatua). Se
inauguró en el año de 1887
y está ubicado en el cruce de la Avenida de los Insurgentes y Paseo de la Reforma. Es una muestra del
neoindigenismo o del indigenismo académico altamente promovido por el gobierno
de Porfirio Díaz.
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