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jueves, 4 de junio de 2020

“EL VIEJO EN CUERNAVACA Y EL VIEJO EN LA MAR” NOVELA POLÍTICO POLICIACA XVI. “EL BABY BOCADO” Y “FITO PÉREZ” Autor: Fernando Emilio Saavedra Palma.

        ILUSTRACIÓN POR: Fernando Emilio Saavedra Palma. 
“EL VIEJO EN CUERNAVACA Y EL VIEJO EN LA MAR”
NOVELA POLÍTICO POLICIACA XVI.
“EL BABY BOCADO” Y “FITO PÉREZ”
Autor: Fernando Emilio Saavedra Palma.

México tiene una historia única en el mundo, es la unión de dos culturas descubiertas hace quinientos años con una evolución impensable, constante día a día… eso me decía “don Antonio” el viejo sabio del barrio de la capirucha. No sabía en ese tiempo que envejeceríamos tan rápido, hoy, algunos niños y jóvenes me dicen que soy un venerable anciano, otros me mientan la madre y con los años me he dado cuenta que hay muchos tipos de mexicanos, por ejemplo: mexicanos españoles, mexicanos alemanes, mexicanos franceses, mexicanos italianos, mexicanos japoneses, mexicanos libaneses, los mexicanos del norte, del centro o del sur ¡Hombre! somos un país increíble donde también somos unos policías muy especiales y uno de ellos es el “Baby Bocado” o sea “yo mero maromero”. Somos el cuerno de la abundancia, el pastel dividido en muchas rebanadas y con todo y eso, seguimos en la marcha, marcha eterna de la esperanza.

Era el mes de diciembre de 1970, el país tenía muchos problemas políticos y nosotros los policías seguíamos trabajando en diferentes casos con las adversidades del tiempo; mucho sol o lloviendo, era labor de respeto entre la mayoría de los policías, pero me tocó un comandante que no respetaba nada y lo único que le interesaba era el dinero. Siempre buscaba la forma de ganar billelle, marmaja, el hande, durante muchos años me enseñó las maldades que se pueden hacer con una placa de policía por delante. En la carretera detuvo a un par de muchachos y les sembramos unos gramos de marihuana, con esa excusa nos los llevamos detenidos y lo que buscábamos era que nos dieran alguna jugosa mordida. Logramos nuestro cometido y así pasamos algunas horas en la carretera llenando la alcancía para la fiesta por la noche. Los meses que no teníamos alguna comisión nos dirigíamos a la autopista de Cuernavaca a pescar pececitos que no nos causaran ningún problema. Una tarde detuvimos a dos damitas, y una de ellas al cumplir con la cuota económica me sorprendió, me dio su número de teléfono, lo escribió con bilé en la página de una revista que traían en el coche, arrancó la página y la enrolló como si fuera papel arroz, la pasó por sus labios y lo guardó en la bolsa izquierda de mi camisa. En la hoja estaba escrito su nombre y número de teléfono tanto de la Ciudad de México como el de Cuernavaca, el comandante no se dio cuenta, desde entonces aprendí a que no todo se les dice a los jefes, hay negocios que uno solito tiene y debe atender, y más si son de relaciones humanas o de dinero, el paraíso, la mina  en México. Memorice eso de la discreción, del silencio, de ese silencio que don Antonio me platicaba de niño y cuando oía su chiflido por la calle sabía que venía a enseñarme algo, ese viejo pachuco defeño que vivía en el olvido por la ignorancia del barrio, suerte la mía de ser su mascota desde recién nacido.
El comandante marrano, mi jefe, no sabía que yo era ahijado de don Antonio y estaba a su lado trabajando y aprendiendo sus movidas, la inteligencia siempre está infiltrada en la policía sin que ésta se dé cuenta. En México si uno no tiene amigos, está perdido, es el mundo del cuatachismo, del pandillerismo organizado y por supuesto del gran padrino del dinero, el político o el inteligente; ese que no se conoce por nadie, en fin, el “Baby Bocado” dejaba de ser parvulito para hacerse lobito y después el lobo feroz, por supuesto me llevaría años para aullar con eficacia en el tiempo.

-El comandante Marrano se encontró con Baby Bocado y le dijo:

“Haber, haber mi güerito eres o te haces. A estos niños de pecho se les trata con voz de hombre, tú te vez muy bonito y te falta ser chingón de hecho nunca llegarás, “chin chin” y me muerdo las muelas. Escúchame bien, no quiero estar pendejeandote a cada rato, si no aprendes rápido voy a pedir tu cambio, ¿Me entendiste pinche cuija de mierda?  Jajajajaja”

-Sí señor –contestó BB.

-El comandante Marrano espetó: “así me gusta mi cabrón”.

-El Baby Bocado le recordó la hazaña del día: “señor, esta tarde paramos veinte carros, se cubrió la cuota ¿Como le quedó el ojo?

“Bien, mis “nalgas meadas”, mañana si no salimos de comisión  te quiero a las 10 de la mañana, eso mero maromero  ¿Que jais mi nene, entendiste? –dijo el comandante Marrano.


-Sí señor-contestó el Baby B. 

Cuernavaca 1970. Mi agenda.
Recorrer la carretera vía Cuernavaca
suspirar respirar el aire sublime
bajarme del automóvil orinar y pensar en ella
voy acercándome y mi corazón late y late
…tomé un automóvil Galaxie 500 prestado de una familia adinerada…

Llegué a la residencia, ahí estaba ella
corrió hacia mí, me recibió con un beso grandísimo que deleité
sus amigos en la alberca todos estaban bronceados
mi cuerpo blanquísimo de cuija rompía con todos ellos
me llegó el recuerdo horrible del comandante marrano
eres una cuija jajajaja…
El conocer a sus padres fue toda una sorpresa
ambos me aceptaron por mi belleza física
-¿En que trabajas Baby?
-Soy ingeniero en seguridad.
¿En donde se estudia esa carrera?
-En Estados Unidos en Chicago Illinois.
Llego una camioneta con un enorme pastel de tres pisos color rosa
y una tarjeta que decía:
para la hermosa Columba Schmetterling.
Tus ojos azules son el encuentro de tu mar con el mio
son el cielo de nuestras nubes
son el arcoíris de nuestro camino
mis ojos azules son el encuentro del amor
cuando nos miramos
la Columba y el Baby Bocado.
la mamá leyó la tarjeta en silencio y quedó estupefacta.
el papá veía el carro que traía
no se aguantó y me preguntó
¿Oye muchacho y esa ropa? pareces vaquero
 sí señor mi padre era norteamericano “Lucas McMillan”

Ven, ven conmigo te voy a enseñar nuestra casa
mil y un preguntas más para el Baby Bocado  
mi astucia reaccionó a cada una de ellas
mientras tanto Columba y sus amigos
disfrutaban la música escuchando
a George Harrison con “My Sweet Lord”
salí triunfante con mi audaz mitomanía a cada tema
tengo que recoger una caja en la estación de camiones
regreso en un par de horas.

Llegué con el comandante marrano
a escuchar sus constantes pendejadas y me sorprendió.

-“Oye muchachito te doy el día, tengo un negocito, nos vemos mañana”

-Sí señor.
Al subirme al Galaxie 500 y con el radio a todo volumen
Grité con todas mis fuerzas: “ahí te voy Columbaaaaaaaaaa”

Empezaba a entender la vida de los viejos, así que sabía
del viejo en Cuernavaca y el futuro viejo en la mar…
habría que pedirle opinión a don Antonio.



 



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