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lunes, 18 de febrero de 2013

Ilustración por: Fernando Emilio Saavedra Palma, del libro inédito Ajedrez Urbano 100% Mexicano. JULIO SOLER MENDOZA. Autor: Juan Cervera Sanchís.


ILUSTRACION ELABORADA POR: Fernando Emilio Saavedra Palma.
Ilustración por: Fernando Emilio Saavedra Palma, del libro inédito Ajedrez Urbano 100% Mexicano.
JULIO SOLER MENDOZA.
Autor: Juan Cervera Sanchís.
 
PROPUESTA EDITORIAL PARA EL GOBIERNO DEL DISTRITO FEDERAL EN LA JEFATURA DE MIGUEL ANGEL MANCERA.
 
12.- JULIO SOLER MENDOZA
Don Julio, como es conocido entre los ajedrecistas de México, sus apellidos pocos lo saben-Soler Mendoza-, vino al mundo el año de 1942 en Huilupan, Veracruz. Hombre de espíritu curioso fue aprendiz de varios oficios, pero el que más le gustó fue el de panadero, por lo que durante veinte años laboró en una panadería. Así hasta que un día se sintió atraído por la tinta y, seducido por las artes gráficas, comenzó a trabajar en una imprenta. Victima del alcohol buscó y buscó la manera de dejar la bebida. Nos cuenta:
-Pedí ayuda en una iglesia, pero iba yo tan borracho que mandaron a paseo. Llegué a Alcohólicos Anónimos. Ahí cada quien contaba su experiencia. Oí tantas barbaridades que a los tres días Salí de allí disparado para nunca más volver.
-Se supone, don Julio, que íbamos a hablar de ajedrez.
 
-A eso voy. Tras ir a la iglesia y a AA caminando sin brújula y totalmente a la deriva llegué un día al Bosque de Chapultepec. Vi a un grupo de personas que jugaban al ajedrez. Me interesé por el juego. Aprendí a mover las piezas. Me cayeron bien aquellos ajedrecistas. El ajedrez resultó para mí la mejor terapia. Tal como iba desarrollando mi capacidad de juego me fui liberando del alcohol, pues no es posible jugar bien al ajedrez con copas de demás…
- ¿Y?
-Terminé por no tomar. El ajedrez fue definitivo en mi abandono del alcohol, cosa que se fue dando paulatinamente. Descubrí, aparte del Bosque de Chapultepec, otros lugares donde también se jugaba ajedrez: la Unidad Kenedy, en la Jardín Balbuena, con Jesús Nasta; en las calles Lorenzo Boturini y con Ángel de la Peña, colonia Obrera, peluquería de Ramón Ramírez. Yo había perdido a mi familia por causa del alcohol. El fue mi tabla de salvación en el naufragio en que vivía y los ajedrecistas pasaron a llenar, de algún modo, el hueco que me había dejado la ausencia familiar.
- ¿Cómo llega al Centro Cultural José Martí?
-Yo había presentado un proyecto para dar clases de ajedrez en el Congreso del Trabajo con el apoyo del licenciado: Pedro Moreno. Me dieron los espacios, pero no el material para iniciar las clases. En eso estábamos cuando sufrimos el terremoto del 85. El proyecto se detuvo. Entonces me acerqué al Centro Cultural José Martí y ya va para dieciséis años que estamos aquí. Iniciamos con seis mesas y llegamos a reunir trescientos jugadores, que tuvieron que emigrar a la Plaza Solidaridad.
-¿Qué ha sido y es el ajedrez para don Julio?
-El ajedrez me ha salvado de muchos naufragios psicológicos. Ha sido un gran apoyo para mí y mi punto de equilibrio. En verdad me ha dado muchas satisfacciones. Demasiadas.
-¿Qué clase de satisfacciones?
-Gracias al ajedrez he sido entrevistado por reporteros de los más importantes diarios del país y la televisión, pero lo más importante es que el ajedrez me ha servido para descubrir y evaluar mis propios errores. Es por eso que lo difundo y lo amo. En el ajedrez como en la vida uno debe aprender a cuidar a la Dama como tal, ya los peones como si fueran hijos pequeños. El ajedrez me ha enseñado a vivir, luchar y a relacionarme.
Lástima que lo que hoy sé, no lo hubiese sabido de joven, pues mi vida entera hubiese sido mucho mejor en todos los aspectos. Es por ello que siempre que tengo oportunidad de hacerlo aconsejo a padres y madres que vean la manera de que sus hijos aprendan el juego.
-Yo juego buscando siempre ayudar al rival, corrigiéndole los errores y sin aplastarlo. Soy antes que nada instructor de ajedrez y en área de competencia no permito las apuestas.
-¿Cómo lo difunde el juego?
-He difundido el ajedrez de manera peregrina. Soy un peregrino del ajedrez. He recorrido y recorro varios deportivos. Trabajando con el maestro Alfonso Ferriz Carrasquedo en su escuela, aunque debo confesarle que no he estudiado ajedrez. Soy empírico. Esto no quiere decir que no haya leído libros que hablan del ajedrez y sus Grandes Maestros.
-¿Siente admiración y respeto por algún gran jugador de ajedrez en especial?
 
-Sí, por José Raúl Capablanca. Pienso que ha sido uno de los más eminentes maestros de ajedrez que ha habido.
-¿Cómo se vive el ajedrez en el Centro Histórico de la ciudad de México?
-Interesante, y yo estoy muy orgulloso de ello, pues es mi vida. El hijo mayor del ajedrez en el Centro Histórico es la Plaza de la Solidaridad y nosotros, desde el Centro Cultural José Martí, pusimos nuestro granito arena para que así fuese. A mí no me interesa la política, yo apoyo al ajedrez de todo corazón. Sí quisiera, aprovechando esta entrevista, solicitar a las autoridades correspondientes que me den de una vez por todas mi base para seguir enseñando aquí, en el “Martí”, que es mi vida, el ajedrez, con el apoyo de algunas firmas conocidas de todos, como son
Telmex y Coca Cola, que tan interesadas están en ayudarnos a difundir el juego. Queremos tener un Centro Histórico más limpio y hacer de nuestro espacio ajedrecístico una mayor atracción. Yo para mí no pido nada, pido para la familia ajedrecística que somos y por el ajedrez mismo, que espero que jóvenes, desde la primaria, lo aprendan a jugar para el bien de México.

es.wikipedia.org
El Castillo de Chapultepec es una construcción palaciega ubicada en lo alto del cerro del mismo nombre, en el centro del Bosque de Chapultepec, situado en la ciudad de México, a una altura de 2.325 metros sobre el nivel del mar. Fue construido por el virrey Bernardo de Gálvez y Madrid sobre el cerro del Chapulín (Chapultepec es palabra de origen náhuatl «Chapulli, saltamontes, y tepe(tl), cerro, Chapultepetl», que significa "cerro del saltamontes" o "cerro del chapulín").
Construido en la época del Virreinato de Nueva España como casa de verano para el virrey, se le dio diversos usos, desde almacén de pólvora hasta academia militar en 1841.
Ha sufrido ampliaciones y remodelaciones, y cuenta con diversos patios, escalinatas y jardines (entre los que destaca el del Alcázar), vestíbulos y salas, amplios espacios característicos de los inmuebles del siglo XIX y principios del XX.
El castillo cuenta con un bulevar que conectaba directamente la residencia imperial con el centro de la ciudad, actualmente conocido como Paseo de la Reforma. Posteriormente el edificio se vio nuevamente en desuso, tras 10 años pasó a ser el primer observatorio astronómico de México por sólo 5 años, y después volvió a ser un Colegio Militar, para luego pasar a ser la residencia presidencial.
Desde el 27 de septiembre de 1944 es la sede del Museo Nacional de Historia.[1
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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