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domingo, 24 de abril de 2011

M.I. RAFAEL ESPINOZA FLORES

FOTOGRAFÍA TOMADA DEL BUSCADOR DE Google.
M.I. RAFAEL ESPINOZA FLORES
Entrevista hecha por: Juan Cervera Sanchís.
Del libro inédito Ajedrez: Pasión y Misterio.

Rafael Espinoza Flores nació el 25 de enero de 1965 en el Distrito Federal. Estudió psicología. Campeón Nacional de Ajedrez 2003, título que ya ha obtenido en varias ocasiones a partir de 1986, en que obtuvo el Campeonato Nacional Cerrado de Maestros  Mexicanos y que lo ha llevado a ser el prestigiado Maestro Internacional que todos los aficionados, y quienes no lo son tanto, admiran. Como referente de su fuerza en el ajedrez mexicano Rafael es autor del libro Match por el Campeonato Mundial Kaspárov-Karpov, Sevilla 1987, Editorial Sayrois, Actualmente, además de dar clases en diferentes universidades a lo largo y ancho de la Republica, trabaja en un libro que ya tiene prácticamente terminado y para el que espera encontrar editor.
-Se trata de un anecdotario en torno al ajedrez donde recojo, sobre todo, aspectos humorísticos de sus más destacados representantes. Mi libro está dividido en dos partes. En una incluyo anécdotas de los grandes jugadores del mundo y en la otra de nuestros ajedrecistas mexicanos.
-¿Existe el humor entre los protagonistas del mundo del ajedrez que, vistos desde afuera, parecen tan serios?
-El humor no le quita seriedad al juego ni al jugador, y por supuesto que nos encontramos con situaciones que nos provocan la risa abierta o soterrada en el ámbito de los protagonistas del mundo del ajedrez. El ex campeón del mundo Mijael Tahl escribió su tesis de la carrera de filología, que él estudió, sobre el humor en general. Yo creo que él era un gran humorista del tablero. Recordemos que en el campeonato del mundo declaraba que su entrenamiento consistía en que diariamente su entrenador le contaba  un chiste antes de cada partida.
-Entre los jugadores mexicanos, ¿a qué jugador de alto nivel consideras el mejor de nuestros humoristas del tablero?
-A Raúl Ocampo. Tú lo conoces. Es un hombre lleno de anécdotas y de historias muy divertidas.
-Ojalá tu libro esté en las librerías cuanto antes. Yo seré el primero en comprarlo.
-Te lo agradezco, pero no pierdas cuidado. Nada más aparezca te prometo que te lo regalaré con mucho gusto.
-Mil gracias anticipadas. Tengo curiosidad por saber desde qué edad juegas ajedrez. ¿Lo recuerdas?
-¡Hombre! Claro que sí. Si de algo puede presumir un ajedrecista es de buena memoria.
Yo tuve mi primer contacto con el ajedrez a la edad de 5 años y fue mi abuelo, don Macedonio Flores Meléndez, ingeniero mecánico, el primero en enseñarme a mover las piezas. Después, en la primaria donde daba clases mi madre, María del Carmen Flores, que es profesora, hubo un torneo de ajedrez y me llevó a que participara. Más tarde, en el colegio hebreo Tarbut, que fue donde conocí al amigo ajedrecista Guil Russek, continué practicando el juego. Así llegué al Club Pomona y al Club de Ajedrez México y comencé a leer mis primeros libros sobre el juego. El primero de ellos fue Ajedrez en siete lecciones.
-¿El ajedrez ha sido tu vida?
-Es mi vida. No concibo la vida sin el ajedrez.
-¿Quiénes han sido y son, en México, tus máximos rivales en el juego?
-Marcel Sisniega, Gilberto Hernández, José González y Guil Russek.
-¿Qué es para Rafael Espinoza el ajedrez?
-Es un juego, aunque la idea de juego en este país está un poco devaluada, se le mira como si fuese algo secundario, irrelevante. La gente en este país valora la ciencia, el arte, el deporte o el trabajo cotidiano, el juego, sin embargo, lo considera en el mejor de los casos hasta como un mal necesario. Un error craso, toda vez que el jugar es algo fundamental en la vida de los seres humanos. Desde la más tierna infancia el hombre aprende jugando.

Es como recrear, como repensar. Para el caso que nos ocupa cada vez que se juega una partida es como volver a enfrentarse a algo que se conoce, algo de lo que se tiene una noción, pero que adquiere por gracia inherente un nuevo significado, una nueva interpretación.  Creo que el ajedrez es el más puro de los juegos, en el sentido que es el más estricto en sus reglas, en su parte formal y elemental, y a pesar de ello es el más exigente.
Cuando uno juega cualquier otro juego de mesa el azar tiene un poder superior a la decisión del jugador, en el ajedrez la decisión del jugador es fundamental. La opción de ganar siempre depende del jugador. Es una lucha de voluntades. Emmanuel Lasker decía “El ajedrez  no soporta la mentira, los demás juegos sí”.
-¿Me estás diciendo que el jugador de ajedrez no soporta la mentira?
-Así es. Por ejemplo, una partida que uno gana por un grave error del rival hay que desmenuzarla después y encontrar la correcta posición. Es a partir de eso que el ajedrez ha crecido su propio conocimiento y su propio método de estudio. Ensayo y error.
-¿Hasta dónde es cierto que el ajedrez desarrolla la inteligencia? Decía el pensador español don Miguel de Unamuno que el ajedrez desarrolla la inteligencia, pero sólo para una mejor práctica del juego. ¿Qué responde el maestro Rafael Espinoza a esto?
-Pienso que la práctica del juego de ajedrez sí desarrolla la inteligencia, sobre todo en los niños, cuando el ajedrez se utiliza como un instrumento y no como un fin. Es un juego abstracto, reglamentado, de cálculo. Tiene mucho que ver con el aspecto matemático. Un ejemplo muy sencillo: si uno le quiere enseñar el plano cartesiano, las coordenadas, a un niño, es mucho más fácil si se utiliza el ajedrez como medio, pues el idioma ajedrecístico está basado en un sistema de coordenadas y en el lenguaje algebraico. Ahora bien: yo también creo otra cosa, que el ajedrez capta el interés de personas inteligentes a las que no les da miedo pensar y competir y, además, que no se inhiben ante lo complejo, cosa común en un ambiente de vida ordinaria. Y algo muy importante: el ajedrecista debe leer, y la lectura tiene que ser tanto técnica, histórica, como literaria. El ajedrez es un buen vehículo para acercar a las personas a un mundo muy interesante y apasionante. Ignoro si Unamuno lo sabía.
-¿Qué es lo que más apasiona a Rafael Espinoza del ajedrez?
-La belleza del juego, su profundidad, su complejidad.
-¿Hay poesía en el ajedrez?
-Sí, sí hay poesía en el ajedrez y música y también tamborazos.
-¿Qué más hay en el ajedrez: amor u odio?
-Creo que ésa es otra de las realidades fundamentales del ajedrez. Yo me he peleado con el ajedrez. El famoso ajedrecista danés Bent Larsen decía que el ajedrez es una hermosa amante que no importa cuántas veces nos desdeñe, pues tarde o temprano volvemos a ella. El ajedrez es disciplina, y cuando no se cumple esa disciplina se lo cobra muy caro.
-¿Existe lo que llaman “la cruda” en el ajedrez”
-Yo creo que existe la cruda y la borrachera. Hay jugadores que terminando una partida de torneo no les basta y siguen jugando partidas de cinco minutos. Otros no olvidan la derrota y están horas y horas lamentando los errores de la partida anterior sin ponerse a pensar en la que viene. Ahí están la cruda y la borrachera, ¡un verdadero servicio de barra!
-Su esposa es la diez veces Campeona Nacional de Ajedrez Femenil de México. Yadira Hernández, hermana del Gran Maestro Gilberto. ¿Cómo fue que ustedes se enamoraron?
-Conocí a Yadira cuando ella tenía 15 años. Yo la veía como una niña, era la hermana de Gilberto. Pasaron los años y un buen día la volví a ver. Me di cuenta que ya no era una pequeña y yo me acababa de divorciar. Nos encontramos en un café. La invité a comer. Pasaron algunos días. Yo sabía que ella tenía que ir al Campeonato Panamericano Femenil en Venezuela. Jason Alford, un alumno mío debía ir también para participar en el Centroamericano Juvenil. Entonces busqué la forma de acompañar a Jason como entrenador y quedarme al Panamericano como entrenador de Yadira. El amor surgió, y hasta ahora.
-¿No tienen en mente dar vida al primer campeón mundial mexicano de ajedrez?
-¿Yo siempre he creído que los hijos deben escoger por sí mismos lo que deseen ser en la vida. Si los nuestros, que todavía no llegan, pero que esperamos tener, por su cercanía con el ajedrez, se sienten motivados por el juego, pues que se dediquen a jugar, y claro que sería maravilloso para nosotros ser los padres del primer campeón mundial de ajedrez mexicano.
Lo veríamos con mucho gusto.           

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