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martes, 9 de junio de 2020

     ILUSTRACIÓN POR: Fernando Emilio Saavedra Palma. 
 “TÍA SOFISTICADA”
NOVELA POLÍTICO POLICIACA XVIII.
“EL BABY BOCADO” Y “FITO PÉREZ”
Autor: Fernando Emilio Saavedra Palma.

Llegó de Europa, creo que de Gran Bretaña la tía sofisticada, era una mujer con aroma de malicia, eso lo huelo desde niño. Ahí en el barrio también se me educó como todo un caballero, era necesario por la idolatría que sentía por Columba, comportarme así con su tía. Sin embargo, por aquellos años era yo un policía imberbe en los avatares de este tipo de mujeres de mundo. Cuando nos vimos sentí una descarga de electricidad, de esas que te sacuden hasta el alma. Quería irme de inmediato con ella, pero la tía a sus 50 años y con esas tablas femeninas internacionales con los varones, no le era difícil controlar a este policía mexicanito. Me armé de valor con mis astutos recursos del barrio, y con el genéticamente enorme macho alfa me tranquilice diciéndole: “Señora usted para mí, es la fascinante tía sofisticada de mi Columba y le ruego, le suplico por favor que no me diga su nombre, sencillamente por seguridad.

Tía Sofisticada: ¿Como mi BB? ¿Cómo está eso de la seguridad?

BB: Mire, trabajo como policía y es mejor no saber el nombre de las personas que voy conociendo para nunca ser informante de nada en el medio que me desenvuelvo.

Tía Sofisticada: ¿Tu no me dirás el tuyo BB?

BB: Aquí, en esta familia me conocen como “El Baby Bocado”.

Tía Sofisticada: ¡Claro! ¡Ya lo sabía! Me lo dijo Columba, es más, me comentó alguno de tus secretos que en este momento me reservo porque apenas te conozco.

BB: ¡Cómo! ¡Qué, qué, qué! ¡Que como? Estoy en un mundo de mujeres, que son un mundo de sorpresas. Pues Sofisticada tía, voy bien suavenas, al paso, para cortar lentamente los pétalos familiares de esa  flor que quiere su regadita o ¿Anda el niño perdido?

Tía Sofisticada: Haber mi BB ¿Ya viste la película el Graduado con Dustin Hoffman que actualmente  está de moda?
BB: No para nada, y disculpe mi ignorancia, pero la bailada en el cine son las palomas, el cácaro a los churritos mexicanos que tanto me agradan, eso de los pachucos que le sacan punta a lo cacles en la pista ¿Como le quedó el ojo doña Tía?

Tía Sofisticada: No te preocupes, me gusta tu retorica tan simpática.   

Pasaron quince días mientras seguía mis rutinas con el Comandante Marrano, próximamente nos darán una comisión; se trata de unos tipos que están involucrados en asaltos bancarios y que según agarraron rumbo a Acapulco, según versiones de otros compañeros dicen que ésta es la especialidad del comandante Marrano, y que él, sabe de la agenda de estos personajes.

Después de quince días llegué a Cuernavaca a checar el mantenimiento y me encontré a la tía Sofisticada en la alberca con un traje de baño hollywoodense, escribiendo en una máquina de escribir portátil Olliveti, recordé en fracciones de segundo que ya había visto la película “el Graduado” y, con voz de varón rocanrolero, enorme sonrisa, “tirando mi mejor rostro” le comenté: “ya vi la película que me recomendó”, ella me miró y con su dedo índice y pulgar me señaló que la esperara un momento. Me fui caminando lentamente con paso de gallo fino a mi automóvil Galaxie 500 que ahora era mío, lo había comprado y tenía un fino equipo de sonido, abrí las puertas para que se escuchara mejor y puse el casete de “Simón & Garfunkel” se escuchaba “Miss Robinson”, ella volteó y me sonrió amablemente.

Tía Sofisticada: ¡Hola BB! Permíteme terminar este artículo y en un momento te atiendo.

Mientras ella hacia lo suyo, me metí a la  cocina para ver qué íbamos a comer. Ahí estaba doña Chole; una indígena purépecha que me traje de la capirucha a trabajar a Cuernavaca. Mientras comentábamos de la comida, le pedí me diera mitote de todo lo que pasaba en la casa de campo en mi ausencia, y Chole ni tarda ni perezosa se descosió. Le di su quincena y me dijo que le llevara una caja de tlacoyos que había preparado para su hija.
Estábamos en buena charla cuando entró la tía Sofisticada y me dijo: ¿BB en donde andabas? Ahorita me platicas, por cierto te quiero pedir un enorme favor, tengo que ir a la Ciudad de México al Hotel del Prado a cumplir una cita importante ¿Me puedes llevar?... Titubeando dije sí, pero le tuve que decir que debía reportarme con mi comandante Marrano, porque tenía algunos pendientes conmigo.

Tía Sofisticada: Bueno mi BB tenemos dos planes, uno; que me lleves tú o que me lleve el comandante que me vas a presentar, no te preocupes, yo me encargo de todo. Pero recuerda, si él me lleva nos vemos en el Hotel del Prado a las 11 de la noche, preguntas en  recepción por “la Señora Robinson”.

Me quedé estupefacto en silencio y llegamos con el comandante Marrano, la tía en este momento muy mi tía, se bajó del carro mostrando todos sus atributos femeninos y se dirigió con el comandante; él estaba sentado comiendo una torta adentro de su Marquiz negro, cuando la tía llegó al lado de su ventana, él la miro y se bajó de inmediato sacudiéndose las manos y acomodándose la corbata. No sé qué platicaron, pero el comandante me llamó y me dijo: “Bocado, voy a llevar a esta dama a la Ciudad de México, regreso en un par de horas, espérame y nos vemos en el restaurante de don Genaro”.

BB: ¡Sí, señor!

No supe que pensar, la vida no es lo que uno siempre piensa.
Eran las cuatro y media de la tarde cuando apareció Marrano en el  restaurante, me comentó: “Mañana partimos a Acapulco para darle en la madre a esos cabroncitos, si no saben negociar conmigo, de ésta no se salvan y en cuanto a esa hermosura que me trajiste la voy a buscar hoy en la noche, vive en la colonia Roma por el mercado en la calle de Monterrey  ¡Que tal mi cabroncito! ¿Como la ves?” 
Empecé a pensar como la Tía Sofisticada le había dado esa dirección al comandante para la noche y a mí me esperaba en otro lugar. ¡Santo dios! lo que él diga y vamos pa delante.
El Comandante y yo regresábamos a la capirucha en mi Galaxie 500 por órdenes de él, siempre usábamos mi auto ya que su Marquiz negro lo dejaba en una pensión. Llegamos a la caseta de la entrada a la ciudad escuchando todo el tiempo a “Rigo Tovar” y su costa Azul; el sirenito era el ídolo del Comandante Marrano. Lo dejé en Tlalpan, cerca de Tlaxcoaque, él era uno de los más famosos por esos rumbos.
Rápidamente me fui al Hotel del Prado para hacer tiempo hasta que llegó la hora. Esa noche fue única, conocí a una mujer en extremo inteligente, dormimos felices, ambos no sentimos culpa alguna y me confesó que Columba le había comentado que yo tenía un sexo bien dotado y placentero, me quedé atónito, perplejo, no supe que pensar. Al irme por la mañana, descubrí en la mesa del teléfono una publicidad con el nombre de una tintorería que decía: “Colonia Roma enfrente del mercado en la calle de Monterrey”.

En eso la Tía Sofisticada abrió un ojo.

Tía  Sofisticada: Gracias BB, eres grandioso. Yo me quedo, cuando quieras irte, adelante y cuando puedas nos vemos en Cuernavaca.

A las siete treinta de la mañana estaba en Tlalpan esperando al comandante Marrano, llegó fresco, bien contento y bien bañado.

Comandante Marrano: “Que paso mi güerito nalgas meadas, me la pasé re contento con esa Ñora que me llevaste ayer a la carretera, no como estas guilas de calle, que por unos cuantos pesos se sienten que son princesas del paraíso”.

BB: Sí, señor.

Sacó el casete de Rigo y antes de ponerlo dijo: “bueno, bueno nos vamos pa Acapulco Guerrero, Bocadito”.   

      
  



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